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Centenario CD Tenerife

Treinta años desde que Jorge Valdano tomó el mando

El 15 de abril de 1992, el entrenador que llevó al CD Tenerife a su estreno en la Copa de la UEFA, era presentado como nuevo responsable técnico blanquiazul en el Hotel Príncipe Paz en Santa Cruz. Al día siguiente (16/04) dirigió su primer entrenamiento e

El CD Tenerife andaba liado con la permanencia a dos meses del final de su tercera temporada consecutiva en Primera tras el ascenso de 1989. A ocho jornadas del cierre, tres derrotas seguidas habían dejado a los blanquiazules (23 puntos), solo un puesto por encima del descenso, aunque con el mismo puntaje que el Deportivo. Javier Pérez no dio más crédito a Jorge Solari y el entrenador argentino fue destituido después de un 2-0 en la visita  al CA Osasuna.

‘El Indio’ había rescatado de la zona crítica al Tenerife el curso anterior, pero aquella temporada que desembocaba en los Juegos Olímpicos de Barcelona cogió mala pinta. Tanta, que en una de las decisiones más arriesgadas de su presidencia, Pérez tiró de un relevo sin experiencia en los banquillos, pero mucho pedigrí como futbolista y una carrera como comunicador de masas que, con el tiempo, le dio aún mayor relevancia. 

Campeón del mundo con Argentina en 1986, ex jugador de Deportivo Alavés, Real  Zaragoza o Real Madrid, Jorge Valdano llegó a la Isla el miércoles 15 de abril de 1992, fue presentado a los medios aún sin haber terminado de cerrar su contrato en el Hotel Príncipe Paz en Santa Cruz  y al día siguiente el jueves 16/04 ya dirigió en el Heliodoro Rodríguez López su primera sesión con el representativo blanquiazul. Lo que vino después bajo su dirección –en ocho partidos con formato de final y dos temporadas completas memorables– es parte imprescindible de la ‘década mágica’ que vivió el CD Tenerife en los años noventa del siglo pasado.

Valdano no se encontró con una plantilla escasa de recursos. La visión de Javier Pérez y la capacidad de Santiago Llorente en la dirección deportiva habían ido mejorando año a año el grupo que se plantó en la élite en julio. En su primer verano de vuelta en Primera, llegaron, entre otros, Manolo, Felipe, Quique Estebaranz y Ferrer, cedido por el Barça solo por un curso para hacer la mili. Doce meses después, Fernando Redondo –otro golpe de efecto– Agustín, Julio Llorente, Paqui o Pier.

Y en la tercera campaña, Chano, Antonio Mata, Pizzi y Dertyicia… mientras dejaban el equipo el héroe del ascenso (Rommel Fernández) y el de la agónica permanencia de 1990 ante  el Deportivo (Eduardo Ramos). Con el añadido del capitán (Toño) consolidado como titular fuera quien fuera el entrenador, Valdano casi se manejó con los mismos elementos –solo estaban por llegar César Gómez, Ezequiel Castillo, Del Solar y Latorre– que luego llevarían al CD Tenerife al quinto puesto en la Liga (92/93) y la primera clasificación para la Copa de la UEFA.

Un discurso distinto.- Valdano debía intuir, y lo confirmó después, que el problema del CD Tenerife era más mental que de talento y más de funcionamiento que de bloque. Así, dejó claro que no quería ser ave de paso. “El contrato debe ser por estos ocho partidos y por la próxima temporada, sea cual sea el resultado final de esta cortísima experiencia”, dijo en su primera conferencia de prensa (y ante Pérez). Por si hubiera duda, lanzó otra de sus luego legendarias cargas de profundidad. “El CD Tenerife está en una situación lo suficientemente delicada como para que se ponga al mando del equipo un hombre con autoridad suficiente”. 

Luego, se dirigió a sus futbolistas –“los jugadores deben saber que en estos ocho partidos, además de jugarse la permanencia en Primera División, se están jugando la titularidad para la próxima temporada, trabajando sobre un proyecto de futuro”– y un elogio para tranquilizarlos: “Es un equipo atractivo, muy bien dotado técnicamente, aunque la situación es delicada y hay muy poco tiempo para resolverla”.

Javier Pérez recogió el guante en aquella atípica presentación sin vínculo laboral cerrado. “Unos determinados resultados en unas cortas ocho jornadas no mediatizan un cambio de opinión”, advirtió, antes de adelantar que su voluntad, también, era evitar que el de Valdano fuera un simple paso de interinidad. Le avalaba, además, una razón de peso. El CD  Tenerife estaba inmerso esa primavera en su conversión en sociedad anónima deportiva, un asunto de muchos meses sin fecha final decidida. “No podemos esperar hasta Reyes para armar el equipo para esta venidera campaña 92-93”, dijo el presidente para zanjar cualquier duda.

Las primeras gestas.- De la palabra a los hechos, Valdano habló mucho en aquella primera sesión en el Heliodoro, dio galones a Ángel Cappa como el ayudante ideal –puso el punto de manejo de grupo y estrategia aprendido a la vera de Cesar Luis Menotti– y casi pidió que la cita de su debut –un Tenerife-Valencia en casa, primera de las ocho estaciones de lo que solo se presumía entonces como un vía crucis– se adelantara para reducir las horas de ansiedad: la suya y la de sus jugadores.

Llegado el domingo 18 de abril, el Tenerife –con una zaga improvisada por las lesiones de los defensas titulares– se adelantó a los che en la primera parte (Felipe, m.32), pero a Valdano no le pareció suficiente. Construyó uno de sus discursos mitad motivación –“parecen ustedes los casados de un partido de solteros contra casados”– y mitad futbolístico, recordando a Felipe, Pizzi, Chano, Redondo (a todos) que tenían tantas condiciones como su rival. El efecto de aquella filípica fue balsámico. Pier hizo el 2-0 en el minuto 68 y el tanto de Rommel Fernández (m.82) cerraba la primera de las alegrías que estarían por llegar.

Lo sucedido tras la primera ‘final’ ganada es más conocido. Dos victorias, tres empates y una sola derrota que dieron la permanencia a los blanquiazules con una jornada de sobra, la última, que el Tenerife (y Valdano) dedicaron para escribir otro capitulo de la ‘década mágica’. 

Fue el de convertirse en juez del título de Liga, en medio de un Heliodoro enfervorizado, el domingo 7 de junio de 1992. Sin presión clasificatoria, capaz incluso de sobreponerse a un 0-2 tras media hora de juego, el CD Tenerife acabó ganando al Real Madrid 3-2 (Estebaranz, autogol de Rocha y Pier) para que el FC Barcelona de Cruyff se hiciera con el título. De esa gesta –ni la primera ni la última del Valdano tinerfeñista– también se cumplirán en pocas semanas treinta años.

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                                                                                                                                                                                                                               Fotografías: Carlos González