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Institucional

In memoriam: Carlos Díaz Cejudo, ex miembro del equipo médico

“Amo entrañablemente estos colores que representan a mi querida tierra, que van unidos como dos almas gemelas por amor al Tenerife, que es amar a Tenerife y viceversa”. La declaración lleva la firma de Carlos Díaz Cejudo y fue publicada hace 19 años en la

Junto a Díaz Cejudo también fueron distinguidos Juan Pelayo, Arturo Alfonso, Ángel Delgado, Manuel Mora y Acaymo González. “Fue un acto muy emotivo, a más de uno nos faltó poco para que nos saltaran las lágrimas al imponernos la insignia que llevaremos con orgullo, llenos de sentimiento, porque ellos demostraron amor”, explicó entonces el autor de aquella reseña publicada en la prensa local.

Pero ¿quién era este amante confeso de la causa blanquiazul? ¿cuál fue su vínculo con el Club Deportivo Tenerife? Básicamente, la misma filiación adquirida con el equipo del terruño por tantos y tantos tinerfeñistas desde la más tierna infancia. En su caso, desde comienzos de la década de los 40, en torno a un equipo en el que sobresalían Rafael Morera, Chicote, Victoriano, Eusebio… Aquel que disputó en tierras andaluzas, frente al Sevilla, la tercera eliminatoria de Copa de su historia.

Ese vínculo de naturaleza común se vio acrecentado en 1971 con su ingreso en el cuadro médico de la entidad, igual que décadas atrás lo había hecho su padre. De profesión practicante, cuyo título obtuvo en 1951, convalidado después con los de ATS y Enfermería, Díaz Cejudo desempeñó tales servicios, de manera desinteresada, durante dos décadas, hasta 1992, convirtiéndose así en el sanitario que permaneció más tiempo, de manera ininterrumpida, dentro del Tenerife.

Cada mañana acudía a primera hora al estadio, donde atendía a los jugadores, igual que al personal del club, lo cual le granjeó una estrecha relación con toda la gran familia blanquiazul. A sus conocimientos en la citada disciplina profesional unía valores humanos que también le hicieron acreedor del título de Hijo Benemérito de la ciudad, concedido en 1998 por el Ayuntamiento de la capital, con el respaldo de casi un centenar de personas, instituciones y sociedades, tanto recreativas como culturales. Todo ello en atención a su valía personal y profesional y a una vida dedicada a un sinfín de actividades altruistas, colaborando con entidades deportivas y docentes –como el CD Tenerife o el colegio La Salle San Ildefonso–, así como con la Iglesia Católica.

Sobre el cese de su actividad en el cuadro médico del Tenerife, ese mismo año explicaría que “desgraciadamente, lo tuve que abandonar por motivos de salud, muy a pesar mío, profesionalmente, pues nunca lo he dejado ni lo haré jamás; estos colores a los que tanto quiero están en lo más profundo de mi alma. Mi corazón –aunque averiado– siente con profundidad las derrotas y vibra con las alegrías de las victorias”. Pasado el tiempo, cuentan que hasta no hace mucho continuaba telefoneando al club, de cuando en cuando, interesándose por el estado de salud de la entidad.

Carlos Díaz Cejudo falleció este pasado martes, en la capital tinerfeña, a los 89 años de edad. DEP.