Nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1932, licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna, Pérez García se especializó en la jurisdicción laboral y durante más de cuarenta años prestó asesoramiento a empresas locales a través del bufete que compartía con otros letrados de la capital. Hombre inteligente, agudo y de una probada discreción, su adiós deja un vacío enorme como referente de buenas prácticas en la abogacía tinerfeña.

La rectitud y el rigor marcaron una valiosa trayectoria profesional en el CD Tenerife, sin que fuera –como él mismo reconocía– un significado aficionado al fútbol. Cuando arrancando los años sesenta, aceptó el cambio de rumbo que le acercó al mundo del deporte se convirtió en el segundo secretario general en la historia del CD Tenerife, tras José Díaz Prieto, quien había desempeñado esa función durante casi cuarenta años.

Domingo Pérez ingresó en el club representativo en 1961, bajo la presidencia de José Antonio Plasencia, justo a tiempo para vivir el primer ascenso blanquiazul a Primera División, igual que el fatal descenso posterior. Permaneció en el cargo hasta 1965, durante la primera mitad del mandato original de José López Gómez.

En 1967, con la llegada a la presidencia de Eduardo Valenzuela, volvió a ocupar la Secretaría General de la entidad. Con el descenso a Tercera, un año después, su pericia profesional en los despachos y sus buenas relaciones con la Federación Española resultaron decisivos para lograr que el CD Tenerife jugara en uno de los ocho grupos de la citad categoría, impidiendo que lo hubiera hecho en la categoría regional.

Cuatro años después, una vez logrado en 1971 el retorno a Segunda División, ahora bajo la presidencia de José González Carrillo –uno de sus mejores amigos desde la juventud–, tomó parte en la organización de los actos conmemorativos del Cincuentenario fundacional de la entidad (1922-1972).

Pérez alargó su trayectoria en la institución durante los mandatos de Cristóbal González Cano, Domingo Pisaca Márquez y Julio Santaella Benítez, hasta su marcha en 1977. Fue, asimismo, directivo de la Federación Tinerfeña de Fútbol. Leal compañero de tertulias, era el decano de la Peña El Pichote, una conocida agrupación de chicharreros unidos por el amor a su ciudad y a la Isla. DEP.