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Institucional

Luto en el tinerfeñismo por el fallecimiento de Álvaro

El ex jugador del CD Tenerife formó parte de la escuadra que alcanzó el ascenso original a Primera División, en 1961, y ostentó la capitanía del primer equipo.

Álvaro Hernández Castro, uno de los protagonistas del primer ascenso del Club Deportivo Tenerife a Primera División, nos ha dejado este viernes, a la edad de 78 años. De esta manera, el tinerfeñismo pierde a uno de sus grandes baluartes, que llegó a ostentar la capitanía del primer equipo en el tramo final de sus trece temporadas en la entidad.

Nacido Santa Cruz de Tenerife, el 7 de octubre de 1937, Álvaro se formó en la práctica futbolística en equipos como el infantil Concepción, los juveniles Arguijón y Salud, el regional Atlético Ofra y el juvenil Tenerife, antes de acceder en 1954 a otro histórico, el Real Unión. En el conjunto del barrio de El Cabo militó durante tres temporadas, la última de ellas como cedido por el representativo, que se había hecho con sus servicios cuando contaba con 18 años.

Antes de debutar en competición oficial con el Tenerife, también fue objeto de cesión a la Balompédica Linense, cuadro con el que jugó en la Tercera andaluza. En la localidad gaditana completó una notable actuación como extremo, su posición original en el campo, hasta el punto de que tanto la Balona como el Jerez querían hacerse con sus servicios para el curso siguiente.    

Sin embargo, el regreso a la Isla fue para quedarse. Cierto es que en un primer momento apenas contó para José Espada, en el la temporada 58-59. Pero un año más tarde, con la llegada de Ignacio Urbieta, que vio en Álvaro condiciones de volante, se le abrieron las puertas de la titularidad, que prácticamente mantuvo hasta la fecha de su salida.

Con todo, el entrenador que marcó su carrera como profesional fue Heriberto Herrera, quien descubrió en él condiciones de defensa lateral. En esa demarcación se movió durante la imborrable campaña 60-61, la del primer ascenso a la máxima división del fútbol español, en la que completó una tripleta clásica, junto a Colo y Correa, con Borredá como medio de cierre, delante de Ñito. Aquella gesta le permitió saborear las mieles de la Primera División, en la que solo se perdió dos partidos, durante el curso 61-62.

De vuelta a Segunda, completó otras seis temporadas con el Tenerife, período en el que mostró una regularidad sobresaliente, que le sirvió para atraer el interés de clubes como el Atlético de Madrid y el Hércules, aunque nunca terminó de cuajar una operación de traspaso. No obstante, el descenso a Tercera, en 1968, le afectó de una manera especial. Su probado amor por el equipo hacía que se viera muy marcado por las derrotas y aquella pérdida de la categoría fue un duro revés.

Al año siguiente, el 8 de junio de 1969, tras totalizar 231 partidos como blanquiazul, fue objeto de un gran homenaje, en su despedida, con la celebración de un partido entre la UD Las Palmas y un equipo del Tenerife, reforzado con jugadores de equipos de Primera (Betancor, Colo, Santos, Collar…) Unos meses después, atendió una oferta del Nacional de Funchal y se fue a jugar a Madeira un par de temporadas. Con posterioridad, siguió ligado al deporte y ejerció como entrenador y director de la Escuela Municipal de Fútbol de Arafo, donde residía, de la que fue su fundador.

El sepelio tendrá lugar este sábado a las 13.20 horas en el Tanatario Santa Lastenia y los jugadores del CD Tenerife llevarán brazaletes negros el próximo domingo en el encuentro ante el Albacete (16.00 horas, estadio HRL). Antes del comienzo del partido se guardará un minuto de silencio. DEP.

Fotografía: Archivo Juan Galarza.